LA VIRGEN DE LUJÁN: MI MADRE, MI AMIGA Y MI COMPAÑERA 💕
En el 1630, un portugués llamado Antonio Farías de Sáa, hacendado en Sumampa (Provincia de Santiago del Estero), pidió a otro portugués marino y comerciante en los puertos de Brasil una imagen de la Virgen ya que este quería erigir en su casa una capilla en su honor. Circulando por el Viejo Camino –o Camino Real- una carreta se dirigía hacia el norte transportando algunas mercancías y dos imágenes de la Virgen. Haciendo un alto en el camino, como era frecuente entre los viajeros que circulaban por estas rutas, el comerciante portugués pasó la noche en una estancia cercana a Pilar (actual Villa Rosa, Provincia De Buenos Aires) perteneciente al segundo matrimonio de Francisca de Trigueros Enciso y González Filiano Oramas, popularmente conocida como lo “de Rosendo”. Al día siguiente cuando quiso continuar con su viaje se produjo el milagro: los caballos no avanzaban y sólo lo hacían cuando quitaban una de las imágenes de la carga de la carreta. Se trataba de la advocación de la Purísima Concepción. Este es el inicio de la bellísima historia de la Imagen de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, cuya solemnidad es celebrada el 8 de mayo de cada año.
Ahora, los invito a apreciar la imagen que está al principio de la nota, y si ya lo hicieron vuélvanlo a hacer. Esa es la imagen de la Virgencita de Luján, humilde ¿No?, morenita y llena de ternura. Humilde y sencillo es también el milagro, pero lleno de fe y lleno de vida. El “Milagro de la Carreta” es el impulsor de numerosas peregrinaciones que realizan millones de fieles durante todo el año para visitar a su Madre. El milagro ocurrido en la en la estancia “de Rosendo” a orillas del Río Luján, es un acontecimiento que me invita a reconocer las cosas de Dios en los pequeños detalles, gestos y acontecimientos de mi día a día. A través de la historia de la Virgen de Luján, a través del “Milagro de la Carreta”, el Señor hace resonar en mi corazón, una vez más, aquellas palabras que le dirigió al discípulo amado cuando Él estaba en la cruz: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,27).
La Virgen de Luján, me transmite en mi cotidianidad un cariño que solo puede transmitir una madre. Ella estuvo —y está— presente tanto en los momentos de alegría como en los momentos de angustia, caminando a mi lado en esta vida, tomándome de la mano y llevándome nuevamente a la fuente de Misericordia, vida y consuelo de su Amadísimo Hijo. También, Nuestra Señora de Luján, modelo de entrega a Dios, es mi modelo a seguir, porque en mis momentos de duda, a pesar de los miedos y dificultades, con su ejemplo me ayuda a decirle siempre “Si” a Dios.
Por todas estas razones que acabo de escribir, la Virgencita de Luján no solo es mi madre, sino también mi amiga y compañera, y con mucho gusto, al igual que una persona muy devota de esta advocación, suelo decir muy a menudo: “¡SOY DE LA VIRGEN NOMÁS!”.
Lucas M. Perez8 de mayo del 2021Solemnidad de Nuestra Señora de Luján.