¡AGOBIADOS VAYAMOS A ÉL!

 EVANGELIO :

Mateo 11, 28-30: "Agobiados vengan a mí"

Jesús tomó la palabra y dijo:

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

Palabra del Señor.


REFLEXIÓN:

En nuestro caminar, muchas veces nos sentimos cansados y agobiados y no sabemos a dónde ir, porque en la vida muchas veces se nos hace difícil cargar con el peso de los golpes, las dudas, los fracasos y los recuerdos tristes clavados en el alma; a veces son las heridas de las derrotas de la propia historia, los deseos frustrados; otras veces se trata de las discriminaciones e injusticias sufridas, el no haberse sentido amado o reconocido; o simplemente se trata de las heridas morales, el peso de los propios errores y los sentimientos de culpa por habernos equivocado.

A pesar de todo, Jesús sabe de todas estas situaciones que nos afectan y que amenazan nuestra vida y nuestra fe; desde luego que no es ajeno a ellas: justamente por eso hoy nos invita a ir al encuentro con Él. La lectura del Evangelio de hoy, que es tan cortita pero profunda, providencialmente nos llama en Jesús, a ir hacia Él, a poner nuestro corazón y nuestra vida en sus manos, para en Él, encontrar alivio y descanso, para aprender de Él y responder también como Él, con un corazón humilde y sencillo. El Señor hoy nos llama a ir a su encuentro, no para aislarnos de la realidad, sino para que aliviados en Él y escuchando su voz podamos responder a la realidad que nos rodea.

En definitiva, se trata de un encuentro con aquel que no solo da la vida, sino que es la vida misma. Ese encuentro  se puede dar en la Palabra, la oración, en la meditación personal, en los sacramentos, en el servicio a los demás. Se trata de un replegarse en nuestro caminar  para que aquel que tiene vida eterna nos dé más vida «y vida en abundancia» (Jn. 10,10). Vida que no se guarda (o no debe guardarse), que no se esconde (o no debe esconderse), que no se gasta (o no debe gastarse) en cosas que nos alejen de Dios,  que no esquiva (o no debe esquivar) la realidad,  sino que está llamada a entregarse cada vez más por amor. No debemos quedarnos quietos, porque la fuerza que nos da vida y que nos alimenta, es la misericordia y la ternura del Señor.

Agobiados vayamos al encuentro con Jesús, pero no para evadirnos de lo que somos y de la realidad, sino para tomar fuerzas, renovarnos, para dejar que nos sane, restaure y libere.

Que tengan todos un buen jueves.

Lucas M. Perez, 15 de Julio del 2021



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