Misericordia quiere y no sacrificios

 EVANGELIO DEL DÍA:

Viernes 16 de julio - Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 12, 1-8:

Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.

 Al ver esto, los fariseos le dijeron: «Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado».

Pero Él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes?

¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?

Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado.»

Palabra del Señor.


Reflexión:

En relación a la lectura del Evangelio de hoy, debemos preguntarnos ¿De dónde venía esa ley de los fariseos? La respuesta está en el relato de la creación, en el libro del Génesis:  “Dios creó al mundo en seis días… y el séptimo, descansó". A partir de eso, y con mucho sentido común, se había propuesto un día de descanso y de encuentro con Dios y por medio de frecuentes proclamaciones se le recordaba este mandato al pueblo. Sin embargo, se había ido entrando en detalle, en tanto detalle sobre esa ley, que ya habían perdido el sentido original de la propuesta. Se había apartado el séptimo día para descansar, y en él no estaba permitido asar, hervir ni preparar alimentos en ninguna otra forma... Ni mucho menos realizar una buena acción.

Podríamos decir, que la ley que imponían los fariseos era una ley sin Espíritu y por eso le daban demasiada importancia a cosas que no la tenían. Sin el Espíritu del Señor lo que hacían era condenar a los inocentes por pequeñeces. Sin embargo, a esta ley sin Espíritu, Jesús da una respuesta contundente: “Yo quiero misericordia y no sacrificios”. 

En consecuencia, se produce la discusión entre los fariseos que se acercan y empiezan a preguntar por qué tal cosa o tal otra, siempre deteniéndose en pequeñeces, para ver si pueden hacer caer al Señor. Pero Jesús no solamente sale airoso de ésta discusión, sino que nos deja una linda enseñanza: para Dios es mas importante los gestos de misericordia que de justicia estricta. Por eso, la misericordia va primero y cualquier acción interior o exterior que queramos realizar para Dios tiene que estar empapada de amor y misericordia.

Decir que somos discípulos del señor nos hace verdaderamente libres. Pero esta libertad  no significa rechazo a la ley ni hacer lo que se nos de la gana, sino  que se trata de una libertad que brota de la misericordia del discípulo que se siente misericordiado por su Maestro.

Que nuestra Señora del Carmen nos ayude a  escuchar la voz del Espíritu, para no seguir los pasos de una ley como la de los fariseos, centrada en pequeñeces, sino una ley centrada en el amor y por ende, en la misericordia. Que tengan todos un buen viernes.



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