JESÚS SE HIZO BAUTIZAR AUNQUE NO LO NECESITABA

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 3, 13-17:

Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!»
Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió.
Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia Él. Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».

Palabra del Señor.


COMENTARIO:

Los pecadores del tiempo de Jesús —soldados, prostitutas, publicanos, etc.— salían al encuentro de Juan el Bautista, porque buscaban «el bautismo de conversión para perdón de los pecados» (Lc 3,3). En efecto, a la edad aproximada de 32 años, Jesús deja a su familia y su trabajo en Nazaret y hace fila con las multitudes, venidas de muchas partes, que llegaban para ser bautizados. Con este acontecimiento, Jesús inicia su vida pública.

En realidad, Jesús no necesitaba este bautismo, de modo que Él no tenía ni tuvo nunca pecado. El hecho de que se sometiera a este bautismo nos demuestra dos cosas: que Jesús toma sobre sí nuestros pecados y que Jesús ve su bautismo como una anticipación de su Pasión y su Resurrección. Ante este gesto de su disponibilidad a morir por nosotros, se abre el cielo, el Espíritu Santo desciende sobre Él en forma de paloma y se oye la voz del Padre que dice: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección» (Mt 3, 17). Así, la salvación de la humanidad se pone en camino en la persona de Jesús.

Como bien lo explica el Youcat (87), bautizar «significa sumergir». En su bautismo, Jesús se sumergió en la historia de pecado de toda la humanidad y con ello instituyó un signo: para redimirnos de nuestros pecados sería sumergido un día en la muerte, pero por el poder del Padre sería despertado de nuevo a la vida. ¡Menudo signo nos da en el inicio de su vida pública!

En definitiva, haciéndose bautizar Jesús nos muestra que la verdadera justicia de Dios es la misericordia que salva, el amor que comparte nuestra condición humana y se hace solidario con nuestro dolor, entrando en nuestras oscuridades para restablecer la luz, porque para Dios todos somos hijos queridos que Él desea abrazar.

Lucas M. Perez
8 de enero del 2023
José C. Paz, Prov. de Buenos Aires, Argentina



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